
En La Gomera en particular y en Canarias en general, muchas personas o familias tienen sobrenombres, nombretes como decimos por estas tierras, algunos con un claro sentido peyorativo y otros, simplemente, una manera de denominar a alguien o a un grupo en concreto. Mi familia no iba a ser diferente, los hubo peyorativos, aunque nunca sentí que hiriesen de verdad, al contrario, generaban cierta honra, cierto orgullo de pertenencia. También hubo de los otros, los que te decían a la cara, los que no usaban a tus espaldas, y de esos voy a hablar, más bien de uno concreto, Los Lino.
Esta investigación se desarrollará de manera patrilineal, es decir, recorreremos el linaje entre quiénes porten el apellido Rodríguez en primer lugar, porque si bien hay multitud de líneas estudiadas, exponerlas todas sólo nos alejaría del fin del presente artículo, que no es otro que llegar al origen de los Lino en Sobreagulo y la génesis del apodo. Futuras publicaciones profundizarán en una historia familiar interesante.

Mi abuelo Federico Rodríguez Cabello, Federico Lino, nació en Placetas, Cuba, el 18 de julio de 1912, no tuve la suerte de conocerlo, murió relativamente joven, con sesenta y un años, en los brazos de su hija Quiteria, en casa, entre los suyos. Desde mi confortable cuna no era consciente del drama familiar que se estaba viviendo, quien escribe apenas tenía siete meses de vida. Su pasión era la poesía, le encantaba improvisar décimas mientras trabajaba, así como disfrutar del folclore, del baile del tambor, era un destacado romanceador. Me contaba mi abuela Juana Escuela, su mujer, que me prometía como regalo un par de chácaras, las que, junto con el tambor conforman la base del folclore gomero; seguro que imaginó cómo me enseñaba a repicarlas al ritmo de esos cinco golpes hipnóticos que lo caracterizan.
Cuando su hija Edelmira, que estudiaba magisterio en Tenerife, se quejó de poca calidad de la comida que le daban en la pensión en la que está viviendo, en contra de lo que tenían acordado Federico y Cecilia, la propietaria, todo como consecuencia de haberse comprado una nueva casa, improvisó estos versos.
Con caldo de zanahorias
Azafrán y habichuela
Cecilia toca quiniela
Y cantará la victoria
Tú no discurres memoria
Porque el seso se te “agüenta”
Cecilia saca la cuenta
Fin de año el beneficio
Y se compra un nuevo piso
Para vivir de las rentas
Como hemos visto, Federico nació en Cuba, por lo que no fue a la guerra con su quinta; ante tal circunstancia, alguien lo denunció, por lo que improvisó estas décimas:
A mi casa fui llorando
Me quería caer muerto
Porque vi hoy un decreto
Que el que fuera desertor
Cuatro años en la legión
En primera línea de fuego
Pensaban darme el castigo
¡mira que clase de amigos
Tenía yo sin saberlo!
Como era de esperar, fue al frente, donde actuó como sanitario y camillero, desconozco los motivos de realizar esta función, si bien, a la vuelta, ejerció como practicante en el barrio. Algo que se trajo de la guerra fue una gran amistad, la de un hermano de armas, posiblemente su compañero con quien transportaba a los heridos en la camilla, quien se llamaba como yo y en cuyo honor pidió a mis padres que me nombrasen, quizás haya algún Federico, hijo o nieto de mi homónimo.

Federico casó con Juana Escuela Plasencia en la Iglesia Parroquial de San Marcos de Agulo el ocho de enero de 1934, de esta unión nacieron cinco hijos, a saber:
1- Horacio Emilio (1935)
2- Rafael, fallecido prematuramente
3- Juan (1941)
4- Quiteria del Carmen (1947)
5- Edelmira Francisca (1949)
Salvo Rafael, todos ellos con amplia descendencia.

Federico Lino era hijo de Antonio de las Mercedes Rodríguez Martín y María del Pilar Cabello Alonso, quien también figura en diversos documentoscomo Cabello Cubas. En el momento de su nacimiento, la pareja tenían fijada su residencia en el Ingenio Fidencia, en la localidad de Placetas, provincia de Santa Clara, Cuba. La unión se produjo en la iglesia Parroquial de San Marcos de Agulo el dieciséis de agosto de 1907. De este enlace constan que llegaron a edad adulta los siguientes hijos:
1- Antonio (1910)
2- Federico (1912)
3- Rafael (1913)
4- Juan (1916)
5- Pilar (1920)
6- Delfina (1924)
Antonio de las Mercedes Rodríguez Martín nació en la tarde del 9 de octubre de 1879, hijo de Antonio Rodríguez Noda y de Antonia Martín González. Antes de proseguir profundizando en la familia Lino y en la descendencia de este último enlace, la tradición oral nos permite conocer algo más de la figura humana que los registros no nos pueden ofrecer. Según relataba Antonia Magdalena Rodríguez, Antonio de las Mercedes Rodríguez Martín, Antonio Lino, como era conocido, era un persona respetada en Las Rosas, ayudaba a quien se lo solicitase si estaba a su alcance, “No se metía con nadie y era un hombre muy servicial, si tú lo ocupabas y él tenía, no te dejaba sin almorzar ni cenar”. Tenía su casa ubicada en una zona de Las Rosas denominada El Vicario, fue esta la primera vivienda del barrio que contó con agua corriente a principios del siglo XX. Antonio de las Mercedes fue un destacado simpatizante del Partido Radical, participando personalmente en las campañas electorales durante la Segunda República, sin embargo, esta actividad política no menoscabó su alta estima entre sus convecinos. Otro aspecto a destacar era su capacidad de improvisar décimas, don que fue heredado por su hijo Federico como vimos, un romanceador, como se les denomina en La Gomera, un auténtico narrador de los acontecimientos sociales del momento. Prueba de ello son estos versos que contaban diversas situaciones o anécdotas del momento.
En estos habla de la escasez de algunos alimentos esenciales:
Será posible Victoria
que tu no haces café,
chocolate no se ve
ni azúcar en nuestra casa
sólo el pan cuando se amasa
y que sirve de juguete,
solamente los rosquetes
que los hacen en Agulo,
que me dicen de seguro
que los hacen de paquete.
En estos versos relata una anécdota sobre el robo de una gallina:
Señores voy a contarles
una historia verdadera
que ha pasado en La Gomera,
que le robó la montera
la polla de José Francisco.
Eso sí yo lo critico,
se debe de criticar
todo el que quiera robar
que robe con disciplina
que la polla de Serafina
que la tiene que entregar.
En estos otros relata la amplia prole de una vecina llamada Petra Medina:
Bartolo toca la flauta,
Valentina la corneta,
Isabel lava la ropa
y Adriana, la más chica,
se rascaba la la cabeza.
Antonio de las mercedes, como no podía ser de otra manera entre muchos de los primogénitos del linaje, se llamaba como su padre, Antonio Rodríguez Noda, nacido en 1853; quien contrajo matrimonio en 1873 con Antonia Martín González, nacida en 1850, hija de Juan Martín Méndez y de Paula González Amaya, un linaje que está ligado a la fundación de Agulo y el cual se está investigando y del que en un futuro se verán los resultados.

De Antonio y Antonia se tiene constancia de cinco hijos:
1- Antonio de Las Mercedes (1879)
2- Alejandro (1874), quien casó con Juana Barrera Correa el trece de noviembre de 1899. De esta unión nacen al menos Federico, casado con Serafina Medina, y Avelino (1912), que casa en 1932 con María de las Mercedes Medina Martín. Ambas uniones con amplia descendencia.
3- Felicia (1887), nacida en Cuba, casada Agulo en 1920 con Francisco Santos Lázaro, con amplia descendencia.
4- María, casada con Filiberto Rodríguez. Se asentaron en Cuba.
5- Juana, casada con José Escuela Barroso. Con descendencia.
Como hemos visto, en 1887 Antonio Rodríguez Noda estaba asentado en Cuba, donde nace su hija Felicia, en aquella época la Perla del Caribe aún era parte del imperio español. Antonio estaba vinculado con el negocio azucarero, poseía doce yuntas de bueyes para el transporte durante de la zafra de la caña.
Antonio Rodríguez Noda nació en 1853, como vimos anteriormente, hijo de Antonio Ramón Rodríguez Clemente y de su mujer Vicenta Noda Marichal, casados el veintitrés de junio de 1852. De esta unión nacieron:
1- Antonio (1853).
2- Domingo (1867), casado con Julia Herrera Padrón en 1894. Quienes tienen al menos a:
1- María del Carmen (1904),casada en 1931 con Domingo Ventura Medel.
. 2- María (1897), casada en 1917 con Fernando Medina Conrado.
3- Francisco (1868), casado con María Herrera Padrón en 1886, como podemos observar, los dos hermanos casaron con dos hermanas. En este enlace figura Antonio Ramón como natural de Chipude. Con amplia descendencia, entre la que destacan:
1- Cristóbal (1890), casado en 1905 con Cesarina Medel Ventura.
2- Domingo (1892), casado en 1913 con María del Carmen Cordobés Correa.
3- Francisco (1906), casado en 1931 con Luisa Medina Medina.
4- María (1909), casada en 1930 con Juan García Conrado.
De la consulta del censo de 1873 extraemos que en la casa número 191 de La Palmita vivían Antonio Ramón con 38 años, Vicenta con 40, sus hijos Antonio, Domingo y Francisco, además, cabe significar que también residía en el domicilio familiar Josefa, de 21 años y que figura en el mencionado censo como criada, lo que nos da una idea del nivel social de la familia. Cabe reseñar también que los padres de Vicenta son Jacinto José de Noda y Doña Catalina Marichal, de este tratamiento que recibe su madre, también se desprende que procede de una familia con un alto nivel social.
Antonio Ramón contrae segundas nupcias cuando contaba con 58 años en 1889 con Rudesinda González Torres, de 27 años e hija de Domingo González Barrera y Laura Torres Niebla, naturales de El Cercado. De este enlace la investigación no ha logrado encontrar hijos que llegasen a edad adulta.
Ascendemos una generación para conocer a los padres de Antonio Ramón, los mismos fueron José L. Rodríguez Herrera y Francisca María Clemente Lazo, ambos son naturales de Vallehermoso, casados en la Parroquia de San Juan Bautista de la mencionada localidad en 1825.
De esta unión tenemos constancia de la siguiente descendencia:
1- Antonio Ramón (1835), como vimos casado en 1852 con Vicenta Noda Marichal.
2- Antonia María (1831), casada en 1850 con Juan Noda Marichal, hermano de la esposa de Antonio Ramón
3- Marcos (1833)
4- Mateo (1836)
5- Juan (1840)
6- Francisco (1844)
Antes de continuar desgajando, y nunca mejor dicho, el árbol genealógico de los Lino, veamos una ampliación de la investigación que nos aporta una ramificación americana del mismo.
Como hemos visto, hubo un doble matrimonio entre hermanos, Antonio Ramón y Antonia María con Vicenta y Juan, algo nada particular, hasta en cierto modo, normal, si bien es aquí donde brota esta nueva rama, la primera publicación de esta investigación llegó hasta los Estados Unidos, donde residen descendientes del enlace de Antonia María con Juan Noda Marichal, uno de ellos, llamado José Alejandro Noda, me contactó para informarme de que gracias a este estudio había conseguido encontrar a sus antepasados en La Gomera, contándome a su vez la historia de su rama familiar, así que entre sus aportes y los registros sacramentales obrantes en la Diócesis Nivariensis, queda este pequeño bosquejo familiar.
El matrimonio, ambos de 42 años, llega en unión de sus hijos, Feliciana de 13 años, Atanasia de 11 y Antonio de 6, al puerto de La Guaira, Venezuela el uno de junio de 1875 a bordo del de vapor francés François I, el buque había partido del puerto de Burdeos, haciendo escala previa en Santa Cruz de Tenerife. De la Guaira la familia se dirige a la localidad de Quebrada Seca, en Aragüita, en el estado Miranda, donde se asentaron. La investigación no obtuvo resultados positivos de la posible descendencia de Feliciana y Atanasia, quizás en un futuro algún correo electrónico abra estas dos puertas cerradas.

Antonio Noda Rodríguez formalizó su relación el 31 de julio de 1907 con Petronila Martínez, nacida en Santa Lucía en 1879. El enlace se produjo poco antes del fallecimiento de Antonio, el cual acaeció una semana después, lo que nos hace pensar que el mismo se produjo ante el evidente deterioro de salud y con el propósito de dejar los asuntos personales legalizados, entre ellos el reconocimiento de los seis hijos de la unión, Gaspar, nacido en 1896, Juan Bautista en 1897, María Leonarda en 1900, Luciano Ramón en 1901, Reyes María en 1903 y Estanislao Antonio en 1906. Su partida de defunción reza así:

“Tránsito de J. Barroeta, primera autoridad civil del municipio Aragüita, del distrito Acevedo, hace constar: que hoy día siete de agosto del año de mil novecientos siete se ha presentado ante mí Rafael Blanco Navarro, de sesenta y dos años de edad, agricultor, y de este vecindario, manifestó que hoy falleció a la edad de treinta y seis años el adulto Antonio Noda, hijo legítimo de Juan Noda y Antonia Rodríguez de Noda. Por la certificación del práctico en medicina Rafael Betancourt, murió de disentería terminó; de ley; y conformes firmaron los que saben hacerlo.”
Pese a la prematura partida de Antonio Noda, su unión con Petronila dejó una amplia descendencia no sólo en el país caribeño, sino también en Estados Unidos.
Volviendo a la isla colombina y a los abuelos de Antonio Noda Rodríguez, José L. Rodríguez Herrera y Francisca María Clemente Lazo, en los diversos censos consultados, 1835, 1846, 1859 y 1863, el matrimonio tenía fijada su residencia en el barrio de La Palmita. Para un acercamiento a la realidad social del matrimonio, observamos como en el registro de 1859 residía con ellos Juan Magdalena, de 18 años y criado; en el realizado en 1863 nos encontramos a Valentín, de 11 años, también ejerciendo funciones de sirviente. Todo ello nos hace suponer un alto estatus dentro de la sociedad agulense de la época.
Para sostener esta última afirmación y poder documentar el origen del apelativo familiar, vamos a ver sus respectivas partidas de bautismo y que dicen así:
“En el año de Señor de mil ochocientos y dos a trece de Diciembre Yo Don. Francisco Xavier Roldán y Peraza Cura Rector de la Parroquia del S Señor de San Juan Bautista de este lugar de Vallehermoso de La Gomera bautizé solemnemente y ungí con el Santo Oleo y chrisma a una Niña que dicen nació el día diez de dicho mes, a la que se le puso por nombre. Francisca María del Carmen, hija lexitima de Francisco Clemente y Maria Lazo. Abuelos paternos Domingo Lazo y Dª Clara Manrique: Maternos Antonio Clemente y Josepha Madalenatodos los dichos naturales y Vecinos de este dcho Valle: fue su padrino Joseph Antonio de la Paz a quien advertí el parentesco espiritual y su obligación y lo firmé.”
Del bautismo de Francisca podemos constatar su estatus social por el tratamiento que tiene su abuela paterna, Doña Clara Manrique, que hoy lo tenemos como de respeto, pero que en el siglo XIX estaba reservado a los estratos más altos de la sociedad de la época, no siendo este el único ejemplo entre sus antepasados, como veremos a continuación y que nos reafirma en el estatus de la familia. En cuanto al apellido, originalmente Manrique de Lara, el mismo se asentó en La Gomera en el siglo XVI a través de Martín Manrique de Lara, quien llegó a ser capitán general y gobernador de la isla, se estableció accidentalmente en la isla mientras se dirigía a Perú, casando con Isabel de Bobadilla Ayala, nieta del primer conde de La Gomera y señor de El Hierro, Don Guillén Perazade Ayala. De esta unión descienden quienes portaban el apellido Manrique de Lara en la isla, constatando, como dijimos, el estatus del linaje de Francisca
La partida de José reza así:
“En el año de Señor. de mil ochocientos y dos a treinta de Septiembre. Yo Don. Francisco. Xavier Roldán y Peraza Cura Rector de la Parroquia del Señor de San Juan Bautista de este lugar de Vallehermoso de La Gomera bautizé solemnemente y ungí con el Santo Oleo y crisma a un Niño que dicen que nació el día veinte y tres de dicho mes, al que se le puso por nombre José Lino, hijo Legítimo de Antonio Rodríguez y Barbara de Gerreras. Abuelos Paternos Andrés Rodríguez yMaría Reyes: Maternos José Guerreras y Maria Savina Piñero: La madre de dicho niño es natural del lugar de Agulo : Los Abuelos Maternos del Valle de Hermigua y el padre y Abuelos paternos de este dcho lugar de Vallehermoso de donde son Vecinos fueron sus Padrinos Josef Marcel, a quien advertí el parentesco espiritual y su obligación y lo firmé.”
En este asiento, dejando atrás cualquier leyenda familiar o popular, documentalmente podemos acreditar que el apelativo familiar responde al segundo nombre del mismo, cuya onomástica coincide con el día de su nacimiento, el 23 de septiembre, por lo que siguiendo la tradición católica, se le puso como segundo nombre el que correspondía según el santoral del día. San Lino nació en Volterra, Italia, quien es una figura importante en la historia del cristianismo, ya que es considerado el segundo papa de la Iglesia Católica. Se cree que su pontificado comenzó alrededor del año 67 d.c., tras el martirio de San Pedro, y duró hasta su propia muerte, aproximadamente en el año 76 d.c.

Una vez hemos conocido a José Lino y, por lo tanto, el origen del mote, vamos a hacerlo con su familia, la cual, como hemos visto, provenía de Vallehermoso. Su padre, Antonio Rodríguez, viudo de Beatriz Cordero, casó con Bárbara Herrera Sabina en 1797, teniendo este enlace al menos 6 hijos más, a saber:
1- Antonio Vicente (1805), casado en 1822 en Agulo con Catalina Josefa Clemente. Con descendencia. Cabe destacar a su hija María Ramona casa con JoséPlasenciaMéndez, y es de este matrimonio de quien desciende la mayoría de los que portan el apellido Plasencia en el municipio.
2- María del Rosario, casada en Agulo en 1834 con Antonio de Vera.
3- Lorenza (1813)
4- Domingo (1817)
5- Francisco Antonio, casado en Agulo en 1829 con María Medina.
5- Juana (1821), que casa en con Antonio José Cabellos Vargas, natural de Alajeró, de quienes desciende María del Pilar Cabello Alonso, la mujer de Antonio de las Mercedes Rodríguez Martín, los padres de nuestro Federico Lino, cerrándose de esta manera el círculo familiar.
Los abuelos paternos de José Lino eran Andrés Antonio Rodríguez y de María de los Reyes. En el libro de bautismos de la Parroquia de San Juan Evangelista de la referida población, encontramos el asiento de bautismo de Andrés Antonio:
“En la yglesia Parroquial del Señor San Juan Bautista deste lugar de Vallehermoso en trese de Fevrero de este año de mil setersientos sinquenta y ocho años Yo el infra escrito cura de esta dicha Parroquia Bautisse soblemnemente según el Ritual Romano puse oleo y vendisiones a un niño que disen nassio a seis de mes le fue puesto por nombre Andrés Antonio hixo lexitimo de Manuel Rodrigues Barroso y de su lexitima muger D. María de cabrera manrique de Lara y fernandes vesinos y naturales deste Ve y fue su Padrino el Alguasil mª y alcalde de este Ve D Gabriel Antonio Coello manrique de Lara a qn le adverti su obligasion y parentesco y lo firme
Domingo García de Medina”
De esta anotación destaca el padrino, su primo segundo Don Gabriel Antonio Coello Manrique de Lara, alguacil mayor y alcalde de Vallehermoso, casado en 1754 con Doña Catalina Manrique de Lara. Son los padres de él D. Juan Coello Manrique de Lara y Dª Cristina De Cabrera Manrique, hermana del abuelo de Andrés. Ella es hija del Regidor y Alguacil Mayor D. Juan Antonio Manrique de Lara yDª Francisca Josefa Manrique de Lara; constatando nuevamente esta endogamia social, casi enfermiza en el caso de esta familia.
En el padrón de 1757 en la casa número uno tenemos viviendo a Don Gabriel Antonio Coello Manrique de Lara, “Alcalde actual”, de 27 años, junto a su esposa Doña Catalina Manrique de Lara, de 30 años, su criado Felipe Santiago, de 60 años y, cabe destacar, Catalina, de 50 años, esclava.

Recreación de Catalina.
Esta condición de Catalina nos puede sorprender desde nuestra visión del siglo XXI, si bien, debemos distanciarnos del presentismo imperante hoy en día y no juzgar con nuestros valores morales a una sociedad que hace trescientos años vivía acorde a otros diferentes, no se trata de justificar ningún comportamiento, sino de verlos como la realidad del momento. Veamos con un poco de contexto la misma.
Tras la conquista en el siglo XV, la esclavitud comenzó con la captura de la población indígena guanche, pero rápidamente giró en el siglo XVI hacia la importación mano de obra esclava, principalmente subsahariana, aunque también morisca, para sostener el auge de la industria azucarera; sin embargo, con la transición al cultivo de la vid en el siglo XVII y la posterior crisis comercial, el sistema perdió su carácter de explotación agrícola intensiva para volverse predominantemente urbano y doméstico, diluyéndose progresivamente hacia el siglo XVIII gracias al mestizaje social y al aumento de las manumisiones, la liberación de los esclavos. Por lo tanto, en una familia del siglo XVIII, poseer esclavos domésticos dejó de ser únicamente una necesidad laboral para convertirse en un símbolo de estatus y prestigio fundamental. Para la élite isleña, mantener un séquito de esclavos «de puertas adentro» (pajes, cocineras, nodrizas o acompañantes) era una herramienta de ostentación pública; no se les valoraba tanto por su producción económica, sino porque su presencia demostraba la riqueza, el poder y la «calidad» de la familia propietaria frente al resto de la sociedad.
Los padres de Andrés Antonio eran Don Manuel Rodríguez Barroso y Doña María de Cabrera Manrique, casados en 1753. En el censo de 1757 encontramos a la pareja viviendo en la casa 43, él contaba con 40 años, ella con 26, junto a su hijo Cristóbal de 2 años, Gabriel de uno y una criada, Lucía de 24 años. También tienen a Catalina Rodríguez Cabrera Manriquede Lara, nacida después de la elaboración del padrón, que casa con Don Cristóbal González Manriquede Lara en 1787. Este matrimonio nos aportarnos un dato importante, Don Manuel era natural del pago de Vegaipala, en el sur de la isla, perteneciente en la actualidad el término municipal de San Sebastián.

En el mismo registro censal, encontramos a los suegros de Don Manuel Rodríguez Barroso, por lo tanto los padres de María de Cabrera, en la casa 133 vivían Don Cristóbalde Cabrera Manrique de Lara de 52 años, Dª Beatriz Fernández, su mujer, de 50, Dª Josefa hija de 30, Don Antonio, hijo de 15, y los criados Mateo de 28, Juan de 20 y María de 12. Este enlace nos da nuevamente una idea de su realidad social, por un lado vemos la presencia de tres criados, el tratamiento de don que tienen todos los miembros de la familia, y por otro vuelven a aparecer los Manrique de Lara y la ya señalada endogamia.
Llegados a este punto, sólo queda emplazarlos para un próximo artículo de esta interesante y prolífica familia, los Manrique de Lara.

Escudo de los Manrique de Lara
Don Manuel Rodríguez Barroso fue el primero del linaje en establecerse en Vallehermoso, hecho este que se puede documentar por partida doble, por un lado, como ya hemos visto, en el matrimonio de su hija Catalina Rodríguez Cabrera Manrique de Lara con Don Cristóbal González Manrique de Lara, se hace constar su naturaleza de Vegaipala. Por otro lado, sus padres, Gabriel Rodríguez Cubas y María Candelaria Barroso, si bien casaron en 1703 en la Iglesia de la Asunción de San Sebastián, en el registro sacramental del mismo, él figura como vecino de Alajeró. Además de Don Manuel, el matrimonio tuvo también a Catalina Barroso, quien casó en 1745 con Ángel Rodríguez Cabeza y Armas. En este enlace figuran los contrayentes y sus padres como vecinos de Vegaipala y Tejiade. También tienen a Rita Javiera Barroso, casada en 1732 con su primo segundo Baltasar García Barroso, en este matrimonio Gabriel Rodríguez Cubas y María de Candelaria Barroso son vecinos de Vegaipala. Por lo tanto, en base a la documentación obrante se deduce que, si bien Gabriel Rodríguez Cubas antes de su matrimonio era vecino de Alajeró, con posterioridad se estableció en el pago de Vegaipala. También por el rastro documental sabemos que Gabriel falleció antes de 1732, como así figura en el matrimonio de su hija María de Candelaria Barroso. Nació aproximadamente en 1681, como veremos a continuación.
Gabriel es hijo de Francisco Rodríguez Vera y María Catalina Cubas, casados en la parroquia de la Asunción de San Sebastián en 1674. En el padrón de 1688 encontramos al matrimonio viviendo en Alajeró, Francisco Rodríguez Vera de 37 años, y a María de Cubas, su legítima mujer de 29, junto a sus hijos legítimos Gabriel de 7, Cayetano de 6, Jerónimo de 2 e Isabel de dos meses, así como Juan, su criado de 18 años, lo que nos da una idea, nuevamente, del estatus de la familia.
En el matrimonio de Jerónimo, que figura como natural y vecino del lugar de Alajeró, con Ana Francisca de Mora Melián en 1704, Francisco y María ya han fallecido.
Los padres de Francisco Rodríguez Vera son Gabriel Rodríguez y Polonia de Vera, quienes contrajeron matrimonio en 1626 en Alajeró. En el momento del enlace los padres de Gabriel, Luis Núñezy Ana Melián, ya eran difuntos.
En el referido padrón de 1688, encontramos en Alajeró a Gabriel Rodríguez, ya viudo de 73 años, viviendo junto a su nieto Juan de 15.

Árbol de los Rodríguez de Alajeró.
Con el matrimonio de Luis Núñez y de Ana Melián la investigación encontró una puerta cerrada y de difícil apertura, por no decir imposible, debieron de casarse a finales del siglo XVI, época de la que apenas conservamos registros sacramentales debido a la destrucción y pérdida de los mismos, lo poco que sabemos de ellos es que fallecieron antes de 1626, como así figura en el matrimonio de su hijo Gabriel.
Puede extrañar el Núñez del padre de Gabriel Rodríguez, pero debemos saber que aprincipios del siglo XVII, los apellidos no eran fijos ni obligatorios del padre al hijo. Las familias elegían libremente usar el de la madre, abuelos o parientes, priorizando siempre el prestigio o la herencia sobre el orden biológico. Esta costumbre crea una enorme dificultad para la investigación genealógica cuando nos movemos en ese periodo histórico, seguir el rastro de una familia es complejo, ya que el «hilo» del apellido se rompe constantemente. Es muy común encontrar documentos donde varios hermanos usan apellidos totalmente distintos, ocultando su parentesco a simple vista.
Este ha sido el viaje familiar en el tiempo que nos ha llevado a descubrir no sólo el origen del apelativo Lino, sino que hemos recorrido de manera ascendente su periplo insular desde el barrio de Las Rosas hasta que perdemos su pista en Alajeró en el ya lejano siglo XVI.

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